En la Amazonía paceña, el fuego ha sido tradicionalmente un aliado de las comunidades rurales. Lejos de ser solo destrucción, el “chaqueo” planificado permitió a los pueblos tacanas e interculturales habilitar parcelas, cultivar alimentos y sostener un equilibrio entre agricultura y bosque tropical. Pero hoy, ese fuego controlado convive con otro que arrasa sin medida.

En ese contexto, la Fundación TIERRA — con el apoyo de Welthugerhilfe (WHH)— presentará este miércoles, 10 de septiembre en el hotel Real Plaza el informe: “Entre la quema tradicional y el fuego prohibido. Voces desde la Amazonía paceña”, documento que ofrece un análisis detallado sobre cómo las quemas agropecuarias tradicionales se han visto superadas por incendios cada vez más extensos e incontrolables.
La investigación revela que entre 2013 y 2024 los focos de calor se multiplicaron por cuatro en el Norte de La Paz. Lo que antes eran alrededor de 400 focos anuales, en 2024 alcanzó los 3.000. Los megaincendios ya no solo se concentran en las sabanas, sino que se abren paso hacia los bosques húmedos, desafiando incluso la alta humedad del trópico.
“En un escenario donde el cambio climático, la expansión agrícola y la falta de políticas integrales generan un ´bosque inflamable´, este informe invita a comprender las diferencias entre fuego tradicional e incendios descontrolados, y a promover estrategias de gestión que reconozcan los derechos y saberes de los pueblos indígenas y campesinos”, destaca parte del documento.
El estudio, elaborado a partir de datos socio-territoriales, imágenes geoespaciales y testimonios de agricultoras y agricultores locales, subraya otro hallazgo: la ausencia de asistencia estatal ante el desastre. En 2023, el fuego devastó cerca de 800 hectáreas de cultivos en comunidades tacanas y 500 hectáreas en comunidades campesinas, obligando a las familias a enfrentar las pérdidas con resiliencia autogestionada.
En el contexto nacional, más del 70% del territorio boliviano se encuentra entre Tierras Bajas y los Yungas, donde el fuego tradicional constituye un eje fundamental. En estas regiones, los actores rurales utilizan el fuego de forma planificada y controlada para despejar tierras cultivables y, por tanto, producir sus alimentos del día a día.
Sin embargo, ante el incremento alarmante de los extensos incendios forestales, los usuarios del fuego tradicional han pasado a ser cuestionados. A medida que la brecha entre el fuego tradicional y los incendios tiende a estrecharse, no solo se prohíbe el uso del fuego agropecuario desde el Estado, sino que también se configura una perspectiva conflictiva que restringe la agricultura familiar con quema sin ofrecer alternativas viables.
Con este documento se busca abrir un debate nacional que responda a la cuestionante de cómo manejar el fuego en Bolivia sin estigmatizar las prácticas agrícolas ancestrales y evitando que el fuego salvaje siga devorando la Amazonía. El ingreso a la presentación del documento es libre y se entregarán ejemplares a los asistentes.